El Oso
Esta película roza por momentos las características propias de un documental. Sin embargo, en la cinta El Oso se nos introduce en la vida de dos osos cualquiera como si de la más extraordinaria novela de Aventuras se tratase. De hecho, lo es, escrita por James Oliver Curwood. A lo que se une la historia de dos cazadores decididos a capturar a los osos protagonistas de la historia. Estos hechos, narrados en la forma épica a la que nos tiene acostumbrados el realizador Jean-Jacques Annaud y la fotografía de Philippe Rousselot, no son más que los hechos que pueden ocurrir en un momento determinado en cualquier bosque del mundo. Pero es la sensibilidad y el alegato al mundo de la ecología impregnado en cada fotograma de la película lo que la hace especial. La historia es la de un osezno que se queda sin madre tras ser abatida y es adoptado por un oso "kodiak" adulto que le protegerá y le cuidará de los peligros del bosque y de la amenaza de los cazadores. Casualmente, el cazador de la madre del Osezno también sigue la pista del pequeño oso. Sin casi diálogos, la película es una sucesión de imágenes y parajes cargados de una fuerte simbología y mensaje. La naturaleza es equilibrio y no podemos modificar los hombres los ecosistemas, sino que debe dejarse fluir por sus propios medios. También puede considerarse un claro llamamiento a las cazas indiscriminadas de animales masivas de los ochenta (la película se filmó en 1988) que se hicieron públicas (aunque desgraciadamente siguen existiendo).
Osos en lo alto del mundo
Es pleno invierno en el Ártico. Dos madres y sus oseznos duermen en sus guaridas. Son una osa polar y una osa parda. Aunque estas dos especies tienen estilos de caza muy diferentes, están íntimamente relacionadas: se sabe que los osos polares evolucionaron de los osos pardos en un periodo antiguo de cambio climático.
Es primavera. La madre de oso polar se adentra al mar helado para cazar focas, pero la estación de caza resulta muy pobre. Estos animales cazaban a las focas desde plataformas de hielo pero como gran parte de éste se ha derretido, ahora debe nadar 160 kilómetros más de lo que solían para encontrar alimento. Mientras tanto, de vuelta a la tundra, los osos pardos parecen no tener excesivos problemas para encontrar comida. Aunque hace algunas décadas esta zona no era más que roca y hielo, el calentamiento la ha convertido en templada y la vida se ha desplazado hacia el norte.
No se pierdan este espectacular documental acerca del destino de dos especies de osos mientras el Ártico se va templando.
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